Georges Gurdjieff el místico y maestro espiritual armenio-griego, desarrolló una teoría musical única que no era simplemente un sistema estético, sino una herramienta para la evolución consciente del ser humano. En colaboración con su discípulo, el compositor Thomas de Hartmann, Gurdjieff creó un corpus musical que encarnaba sus enseñanzas metafísicas, basadas en el Cuarto Camino, un sistema que busca la transformación interior a través del trabajo consciente en la vida cotidiana.
La música en la enseñanza de Gurdjieff no es un arte independiente, sino una expresión de sus principios metafísicos y cosmológicos.
Gurdjieff sostenía que la mayoría de la música moderna actúa sobre las emociones de manera caótica, reforzando la identificación con los "centros inferiores" (instintivo, emocional, intelectual). En cambio, la música objetiva está diseñada para producir efectos precisos en el oyente, alineándose con leyes universales.
Creía que antiguas escuelas como los sufíes, los monjes tibetanos o los constructores de catedrales usaban sonidos matemáticamente calculados para inducir estados superiores de conciencia. Los cánticos gregorianos o los mantras védicos buscan resonar con el "sonido primordial" Om, en oriente y el Logos en el cristianismo esotérico.
La música objetiva ayuda a despertar la atención consciente, clave en el Cuarto Camino. Una melodía puede servir como "choque consciente" para interrumpir el automatismo mental.
La música, para Gurdjieff, no era un mero entretenimiento ni una expresión emocional subjetiva, sino un lenguaje cósmico capaz de alterar estados de conciencia, armonizar los centros energéticos del ser humano y, en última instancia, servir como puente hacia lo sagrado. Su enfoque se basaba en principios derivados de tradiciones esotéricas antiguas, desde el sufismo hasta el budismo tibetano, pasando por el hermetismo cristiano a diferencia de la música moderna, que consideraba subjetiva y emocionalmente manipuladora. Este artículo explora en profundidad su teoría musical, su relación con la filosofía del Cuarto Camino y su legado en el mundo contemporáneo.
El Sonido Como Instrumento de Transformación
Las discontinuidades en la escala musical que Gurdjieff enseñaba en todo proceso en el universo desde la formación de una galaxia hasta el desarrollo humano sigue una secuencia de octavas, pero con "intervalos" donde la energía se desvía.
En una escala diatónica Do-Re-Mi-Fa-Sol-La-Si-Do, hay dos "saltos" entre Mi-Fa y Si-Do donde falta un semitono natural. Estos puntos débiles representan momentos de crisis en cualquier proceso personal, histórico o cósmico. Para que un esfuerzo como la meditación o el trabajo interior no se estanque, se necesita un "choque adicional" digamos una disciplina externa, una enseñanza precisa.
En música, esto se refleja en modulaciones inesperadas o ritmos irregulares que "sacuden" al oyente.
Todo fenómeno surge de la interacción de fuerza activa (la melodía principal), fuerza pasiva ( la armonía de fondo) y fuerza neutralizante (el ritmo que equilibra).
Melodías simples como fuerza activa. Armonías modales como fuerza pasiva, a menudo con cuartas y quintas, evitando el romanticismo emocional. Ritmos asimétricos con fuerza neutralizante, como 5/8 o 7/8, que impiden la mecanicidad.
Esta trinidad refleja su modelo del hombre verdadero en cuerpo, alma y espíritu y la necesidad de equilibrarlos.
Por ello distinguía entre la música subjetiva, que afecta a las personas de manera impredecible según su estado emocional, y la música objetiva, diseñada científicamente para producir efectos específicos en el oyente, independientemente de su cultura o predisposición psicológica.
La idea de la música objetiva no era original de Gurdjieff, sino que la atribuía a escuelas de conocimiento antiguas. Según él, en el pasado, ciertos templos y monasterios utilizaban sonidos matemáticamente estructurados para inducir estados elevados de conciencia. Por ejemplo, los cánticos védicos, los mantras tibetanos y los salmos gregorianos no eran meras expresiones devocionales, sino tecnologías sonoras destinadas a sintonizar al ser humano con frecuencias superiores.
En contraste, Gurdjieff criticaba la música moderna especialmente la romántica y la popular por ser "hipnótica", es decir, por sumergir al oyente en un sueño emocional en lugar de despertarlo. Mientras que una sinfonía de Beethoven podía conmover, no necesariamente llevaba a un estado de mayor lucidez. En cambio, una melodía objetiva, como las que él y De Hartmann componían, tenía la intención de actuar como un "choque consciente", una interrupción en el flujo mecánico de los pensamientos y emociones que permitiera un momento de "recuerdo de sí", un concepto clave en sus enseñanzas, que se refiere al acto de ser consciente de uno mismo en el presente.
La Octava y las Tres Fuerzas
La teoría musical de Gurdjieff estaba profundamente ligada a su cosmología, particularmente a dos leyes fundamentales, la Ley del Siete (Octava) y la Ley del Tres (Triamazikamno).
La ley del Siete (Octava) Gurdjieff aplicaba su concepto cosmológico de las "octavas discontinuas" como procesos que se desvían de su curso original a la música. Según él, las escalas musicales tradicionales como la diatónica reflejan estas interrupciones en el flujo de la energía cósmica.
Gurdjieff enseñaba que todos los procesos en el universo —desde la formación de una estrella hasta el desarrollo espiritual de una persona— siguen una secuencia de siete pasos, conocida como octava. Sin embargo, esta progresión no es lineal, sino que experimenta "intervalos" o puntos de desaceleración donde la energía tiende a dispersarse.
En la escala musical clásica (Do-Re-Mi-Fa-Sol-La-Si-Do), estos intervalos ocurren entre Mi-Fa y Si-Do, donde falta un semitono natural. Según Gurdjieff, estos "saltos" representan momentos críticos en cualquier proceso. Por ejemplo, en el trabajo espiritual, un buscador puede comenzar con gran entusiasmo (Do), pero al llegar a un cierto punto (Mi-Fa), el impulso inicial se debilita, y sin un "esfuerzo adicional", el proceso se estanca.
Las composiciones de Gurdjieff-De Hartmann a menudo incluían modulaciones inesperadas o cambios de ritmo que rompían la fluidez melódica, obligando al oyente a permanecer atento.
Algunas piezas seguían estructuras no convencionales, evitando las resoluciones armónicas predecibles de la música occidental para crear una sensación de "incompletud" que incitaba a una escucha activa.
Otra ley fundamental en el sistema de Gurdjieff era la Ley del Tres, que establece que todo fenómeno surge de la interacción de tres fuerzas: Activa en impulso creador, Pasiva en resistencia o materialización, Neutralizante en equilibrio entre las dos anteriores.
Fuerza activa con la melodía principal, el elemento que guía la composición. Fuerza pasiva con la armonía de fondo, que sostiene y limita la melodía. Fuerza neutralizante con el ritmo, que actúa como mediador entre las otras dos.
Gurdjieff aplicaba esta trinidad no solo a la música, sino también a la estructura del ser humano en Cuerpo como fuerza pasiva, Alma como fuerza activa, Espíritu como fuerza reconciliadora.
La música, entonces, no era solo un arte, sino un espejo de las leyes universales, y su correcta comprensión podía ayudar al ser humano a alinearse con ellas.
Ritmos y Danzas Sagradas
Una de las contribuciones más prácticas de Gurdjieff fue la creación de los Movimientos, danzas sagradas diseñadas para sincronizar cuerpo, mente y emociones. Estas no eran coreografías artísticas en el sentido convencional, sino ejercicios de atención consciente, donde cada gesto y cada paso tenían un significado simbólico.
Características de los Movimientos
Ritmos asimétricos estaban en compases poco comunes 5/8, 7/8, 11/8 lo que obligaba a los participantes a mantenerse alerta, ya que no podían apoyarse en patrones automáticos. Geometría sagrada con posiciones corporales seguían figuras como el Enneagrama un símbolo de nueve puntas que representa las leyes universales y los tipos psicológicos humanos. Silencio y pausas al igual que en su música, los Movimientos incluían momentos de quietud abrupta, destinados a romper la mecanicidad.
Gurdjieff decía que estas danzas no eran para ser vistas, sino para ser vividas desde dentro, como un acto de autoobservación
Filosofía del sonido
"Todo vibra", Gurdjieff veía el universo como una jerarquía de vibraciones desde lo denso a lo sutil. La música puede elevar o degradar la conciencia. Criticaba el arte moderno por alimentar el "sueño" de la humanidad. En cambio, su música busca despertar, como un golpe de címbalo en medio del ruido mental.
Para Gurdjieff, la verdadera música no es entretenimiento, sino una ciencia sagrada que refleja las leyes del universo en Ley del 7 y Ley del 3. Actúa directamente sobre la conciencia en música objetiva. Integra cuerpo, alma y espíritu en danzas y ritmos.
"El hombre duerme. Necesita shocks para despertar. La música, cuando es consciente, puede ser uno de ellos."
Influencias
Melodías armenias y caucásicas recogidas durante los viajes de Gurdjieff por Asia Central. Modos orientales y medievales evitando la armonía tonal occidental para crear un efecto más arcaico y contemplativo. Ritmos balcánicos y sufíes con su carácter hipnótico y repetitivo.
Aunque en vida de Gurdjieff esta música era solo para sus alumnos, hoy ha influido en músicos como Keith Jarrett, quien grabó varias de sus piezas. El minimalismo y la música contemplativa, con su enfoque en la repetición y los estados alterados de conciencia. Terapias sonoras, donde se exploran los efectos de los ritmos y frecuencias en la psique.
Para Gurdjieff, la verdadera música no era un fin en sí misma, sino un instrumento de transformación. Al igual que sus enseñanzas filosóficas, su teoría musical buscaba sacar al ser humano del sueño automático y llevarlo hacia una conciencia más elevada.
Acostumbrados a un arte que a menudo se consume de manera pasiva, su propuesta sigue siendo revolucionaria, la música puede ser una vía de autoconocimiento, un mapa de las leyes del universo y, sobre todo, un recordatorio de que el ser humano está llamado a despertar.
"Sin entender las leyes del sonido, el hombre no puede entenderse a sí mismo....La música es el lenguaje del universo, y quien la comprende puede tocar las cuerdas del alma humana."
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