Casino de Divisas

A Modo de Introducción 


La moneda es medio y medida de la economía de un lugar. Es como una regla útil para medir una pared. Cuando nos falta la regla podemos reemplazarla por algo que sirva de referencia, eso sí medir una pared con un termómetro es básicamente tan antieconomico y tan antinatural como utilizar una moneda ajena a la economía local como reserva para medir la producción. Sin objeto para medir la regla carece de valor en si.

La idea de que la moneda no debe ser una mercancía en sí misma, sino que debe estar anclada a la economía real, tiene raíces profundas en el pensamiento económico clásico, escolástico y moderno.


La Visión Tradicional


Aristóteles y los escolásticos como Santo Tomás de Aquino y la Escuela de Salamanca consideraban que el dinero era un medio de intercambio y una medida de valor, pero no una mercancía propiamente dicha. Si el dinero se trata como una mercancía, su valor puede fluctuar por factores ajenos a la economía real como la escasez minera o la acumulación especulativa, distorsionando los precios y el comercio.  

Los escolásticos condenaban el lucro basado en la manipulación del dinero como la usura, porque desvinculaba el dinero de su función, facilitar el intercambio de bienes reales.

David Hume y los clásicos como Adam Smith advirtieron que el dinero no es riqueza en sí mismo, sino un "velo" o vale que representa bienes y servicios reales. Si el dinero se multiplica sin respaldo en producción, se genera inflación.  


Cuando el Dinero se Desvincula de la Economía Real


Cuando el dinero no está atado a la producción real como en sistemas fiduciarios sin respaldo o con emisión excesiva, pierde valor porque hay más dinero persiguiendo los mismos bienes.  

Si las monedas flotan libremente en los mercados financieros, su valor lo determinan los especuladores, no la productividad de la economía. Países con monedas débiles ven su patrimonio, empresas, tierras vendido a precio de ganga por capitales extranjeros, la crisis asiática de 1997, donde fondos especulativos como Soros depreciaron monedas para comprar activos reales baratos.  

Es mentira que la inflación es resultado de los Bancos Centrales o del gasto público. El faltante de oro y minas durante el imperio romano llevo a crear monedas bastardas (aleaciones de metales), esto se debía a causa de que el metálico dorado terminaba en Asia. Del mismo modo que la crisis de los tulipanes llevo a que un tulipán costará millones, esto llevo a emitir enormes cantidades de dinero. También el exceso afluente de metal proveniente de américa a la península ibérica hizo que aumenten los precios y baje el precio del oro. Todo esto antes de la creación del primer banco central. 

Keynes criticó que los mercados financieros, al apostar por divisas o derivados, se alejan de la inversión productiva. Esto lleva a ciclos de auge y caída, como en 2008, donde la especulación inmobiliaria o cambiaria termina en crisis reales.  

Algunos proponen atar el dinero a una mercancía escasa (oro) para limitar la emisión, aunque tendría un nuevo problema como la rigidez en crisis. También el Estado debe gestionar el dinero en función de la producción y empleo, no de la especulación. Evitar que los especuladores manipulen divisas y drenen recursos nacionales.

La moneda debe ser un instrumento al servicio de la economía real, no una mercancía sujeta a especulación. Cuando se pierde este vínculo por emisión irresponsable, flotación cambiaria o financierización, se generan inflación, crisis y saqueo de recursos por parte de actores financieros. Las soluciones históricas pasan por regulación estatal, anclas reales como reservas o productividad y limitar la codicia especulativa.  


Estructura "Privada" de la Fed


La Reserva Federal de EE.UU. tiene una estructura única que combina elementos públicos y privados, lo que genera controversias sobre su independencia y a quién beneficia realmente. 

La Fed está compuesta por 12 Bancos de la Reserva Federal regionales, que son empresas privadas cuyos accionistas son los bancos comerciales miembros del sistema como JPMorgan, Bank of America, etc.. Estos bancos privados compran acciones de la Fed con dividendos limitados al 6% anual, pero no tienen control directo sobre la política monetaria. Aunque técnicamente no "poseen" la Fed, su influencia es indirecta a través de lobbies y la rotación de altos cargos entre Wall Street y la Fed como ex-CEOs de Goldman Sachs en puestos clave.

La Junta de Gobernadores (7 miembros particulares) es nombrada por el presidente de EE.UU. y confirmada por el Senado control público. Sin embargo, los presidentes de los 12 Bancos Regionales son elegidos por directorios dominados por bancos privados de su distrito. Esto crea un conflicto de intereses, ya que los mismos bancos que regulan como JPMorgan participan en la elección de quienes supervisan su sector.  

¿Por qué esto es un problema para la economía real? La Fed prioriza el rescate financiero sobre la producción. En crisis la Fed inyectó billones en Wall Street comprando bonos basura y dando liquidez a bancos, pero no garantizó que ese dinero llegara a la economía productiva de PYMES, salarios, infraestructura. Los bancos y fondos de inversión se enriquecieron mientras la brecha social aumentó.  

Como el dólar es la moneda global, la Fed puede emitir sin inflación inmediata, el mundo absorbe los excesos. Lo que sale de FED vuelve a FED con intereses, y las deudas quedan en los países que utilizan su herramienta.

Pero esto incentiva la especulación financiera global, empresas y gobiernos se endeudan en dólares baratos, creando burbujas y vendiendo bonos. Cuando la Fed sube tasas como en 1980, 2008, 2022 países con deuda en dólares entran en crisis.  

La política de flexibilización cuantitativa  post-2008 aumentó la base monetaria en un 700%, pero el dinero se quedó en activos financieros, no en salarios o bienes reales. Cuando la inflación finalmente llegó, fue por choques de oferta en pandemia y guerra, pero la especulación previa exacerbó el problema.  

¿Quién controla el dinero?

La Escuela de Salamanca advirtieron que el dinero debe servir al bien común, no a intereses privados. Thomas Jefferson decía "Los bancos son más peligrosos que ejércitos. Si el pueblo permite que los bancos controlen su moneda, primero con inflación y luego con deflación, los bancos y corporaciones privadas les quitarán todo". Louis McFadden, un congresista de1930s acusó a la Fed de ser un cártel bancario que causó la Gran Depresión. Steve Keen y Michael Hudson, Fed opera como un "brazo financiero" de Wall Street, socializando pérdidas y privatizando ganancias.  

¿Que hacer?

Que el Estado emita moneda directamente como propuso Lincoln con los Greenbacks o el movimiento Modern Monetary Theory y sea auditado por un consejo independiente y publico. Un sistemas como el Banco Nacional de Desarrollo de China, que canaliza crédito exclusivamente a industria real, no especulación. Auditar o abolir la Fed propuestas de Ron Paul y movimientos populistas en EE.UU.  

La Fed no es un banco central estatal puro, sino una entidad híbrida donde los bancos privados tienen influencia clave. Esto ha llevado a políticas que benefician al sector financiero bajos impuestos, rescates mientras la economía real y trabajadores, industria sufre inflación, deuda y crisis cíclicas.  


Arma Geopolítica


El dólar estadounidense no es solo una moneda, sino una herramienta geopolítica que fortalece el dominio de EE.UU. y la banca internacional sobre la economía global. Su poder se basa en tres pilares: el petróleo, la deuda y el sistema financiero privado, creando un "cartel" del que es casi imposible escapar. 

EE.UU. tiene el monopolio de la moneda de reserva mundial con 60% de las reservas globales están en dólares. Esto le permite imprimir dinero sin consecuencias inmediatas el resto del mundo absorbe la inflación, controlar el comercio global ya que el 80% de las transacciones internacionales se hacen en USD y sancionar países como Irán, Rusia o Venezuela al desconectarlos del sistema SWIFT dominado por bancos occidentales.  

¿Quién gana?

Los grandes bancos de JPMorgan, Goldman Sachs, Citigroup y fondos de inversión BlackRock, Vanguard, que manejan el flujo global de capital en dólares.  

El poder del dólar está atado al petróleo, gracias a un pacto entre EE.UU. y Arabia Saudita. En 1971, Nixon abandonó el patrón oro, y el dólar perdió respaldo. En 1974, EE.UU. hizo un trato con Arabia Saudita:  Arabia vendería petróleo solo en dólares a cambio de protección militar y tecnología. Otros países de la OPEP siguieron el ejemplo, creando la demanda artificial de dólares si quieres petróleo, necesitas USD.  

Cualquier país que intente vender petróleo en otra moneda es atacado. Los bancos emitían préstamos de más sobre sus reservas reales endeudando en intereses a los contrayentes. Saddam Hussein anunció vender petróleo en euros lo que derivó  en Guerra de Irak. Gadafi propuso un dinar de oro africano para el petróleo y derivó en intervención de la OTAN. Venezuela intentó vender petróleo en yuanes o cripto y derivó en sanciones brutales. Los países acumulan dólares para comprar energía, aunque no los necesiten para otra cosa. EE.UU. puede financiar su déficit porque el mundo está obligado a usar dólares.  


La Deuda en Dólares


Los bancos internacionales a través del FMI y Wall Street obligan a los países a endeudarse en dólares. Préstamos en dólares baratos cuando la Fed imprime dinero. Cuando suben las tasas, los países no pueden pagar porque sus monedas locales se deprecian.  

Crisis de 1980s con deuda en dólares y países tuvieron que privatizar recursos

¿Quién gana?

Los bancos acreedores como el FMI, JP Morgan que imponen ajustes y se quedan con activos estratégicos minería, agua, energía.  


El "Cartel" del Dólar


La Fed controlada por bancos privados imprime dólares. Wall Street presta esos dólares al mundo como deuda. La OPEP liderada por Arabia Saudita exige petróleo en dólares. El Pentágono garantiza el sistema con bases militares en Medio Oriente.  Si un país desafía este cartel es sancionado, es invadido, su moneda colapsa.

¿Hay alternativas? 

China promueve el yuan petrolero, compra petróleo en yuanes desde 2018. Rusia vende gas y petróleo en rublos o yuanes. BRICS planean una moneda común respaldada en commodities.  

Pero el sistema del dólar sigue dominante porque EE.UU. controla el SWIFT. Tiene el ejército más poderoso para "proteger" el petrodólar. Los bancos privados BlackRock manejan el 80% del capital global en dólares.  

El dólar no es solo una moneda, sino un mecanismo de dominación que obliga al mundo a depender de EE.UU. vía petróleo y deuda, enriquece a la banca internacional que controla el flujo de capital, castiga a quien intente salirse con sanciones, guerras o crisis económicas.

Mientras el petrodólar siga vigente, la economía global estará atada a los intereses de Wall Street, la Fed y el complejo militar-industrial. La única salida real sería una moneda alternativa respaldada en commodities reales, pero EE.UU. hará todo lo posible para evitarlo.  


Hegemonía Verde.


Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el dólar estadounidense ha dejado de ser simplemente una moneda norteamericana para convertirse en el eje central de un sistema económico global diseñado para perpetuar el poder de Estados Unidos y de una élite financiera transnacional. Este sistema, que algunos han denominado "hegemonía del dólar", no se sostiene únicamente por la fortaleza económica de EE.UU., sino por una red de mecanismos geopolíticos, financieros y militares que obligan al mundo a depender de esta moneda. En el corazón de este esquema se encuentran tres pilares fundamentales: el petróleo cotizado en dólares, la deuda internacional denominada en la misma moneda y un entramado bancario privado que controla los flujos de capital a escala planetaria. 

El origen de este sistema se remonta a los acuerdos de Bretton Woods en 1944, cuando el dólar fue establecido como la moneda de reserva global respaldada por oro. Sin embargo, cuando Richard Nixon abandonó el patrón oro en 1971, el dólar perdió su respaldo tangible y enfrentó el riesgo de una devaluación masiva. Fue entonces cuando Estados Unidos, en una jugada maestra, consolidó su alianza con Arabia Saudita y otros países productores de petróleo para asegurar que todas las transacciones petroleras se realizaran exclusivamente en dólares. Este acuerdo, conocido como el sistema del petrodólar, garantizó una demanda artificial y constante de la moneda estadounidense, ya que cualquier país que necesitara energía debía adquirir dólares primero. De esta manera, el dólar ya no dependía del oro, sino del petróleo, un recurso mucho más estratégico y controlable.  

Este mecanismo convirtió al dólar en una herramienta de dominación geopolítica sin precedentes. Países que intentaron desafiar este sistema, como Irak bajo Saddam Hussein o Libia con Muamar el Gadafi, fueron rápidamente sometidos mediante intervenciones militares o sanciones económicas devastadoras. Saddam Hussein anunció en el año 2000 que vendería petróleo en euros, una decisión que amenazaba directamente el monopolio del dólar. Tres años después, Estados Unidos invadió Irak bajo pretextos falsos de armas de destrucción masiva, y una de las primeras medidas de la ocupación fue revertir las ventas de petróleo iraquí a dólares. Un caso similar ocurrió con Libia, donde Gadafi planeaba crear una moneda africana respaldada en oro para comerciar petróleo y así liberar al continente de la dependencia del dólar. En 2011, una intervención militar de la OTAN derrocó su gobierno, sumiendo al país en el caos. Estos ejemplos demuestran que el sistema del petrodólar no se mantiene únicamente por fuerzas de mercado, sino por la coerción militar y financiera.  

Pero el poder del dólar no se limita al petróleo. El sistema financiero internacional, dominado por grandes bancos privados como JPMorgan Chase, Goldman Sachs y Citigroup, ha sido diseñado para que la deuda global sea denominada en dólares. Esto crea una trampa perfecta para las economías emergentes, cuando la Reserva Federal imprime dinero barato, los países se endeudan en dólares a tasas bajas, pero cuando la Fed eleva las tasas de interés, esas mismas deudas se vuelven impagables debido a la depreciación de las monedas locales. El tercer mundo vivió esta dinámica en la década de 1980 con la crisis de la deuda, que llevó a la pérdida de soberanía económica mediante las imposiciones del Fondo Monetario Internacional. Más recientemente, países como Turquía y Argentina han sufrido crisis cambiarias brutales cuando el dólar se fortalece, obligándolos a implementar políticas de austeridad que benefician a los acreedores extranjeros.  

El FMI y el Banco Mundial, instituciones controladas en gran medida por los intereses de Estados Unidos y Europa, actúan como brazo ejecutor de este sistema. Cuando un país no puede pagar su deuda en dólares, estas instituciones intervienen con "rescates" que en realidad son mecanismos de control y exigen privatizaciones, recortes sociales y la apertura de mercados a corporaciones extranjeras. De esta manera, el dólar no solo es un medio de intercambio, sino un instrumento de sometimiento económico que permite a una élite financiera transnacional apropiarse de recursos estratégicos en todo el mundo.  

Detrás de todo este entramado se encuentra la Reserva Federal, una institución que, aunque muchos creen que es un banco central público, opera en gran medida como un cártel bancario privado. Los bancos más grandes de Wall Street son accionistas de los Bancos de la Reserva Federal regionales, y sus ejecutivos rotan constantemente entre altos cargos en la Fed y en las entidades financieras que supuestamente deben regular. Esta puerta giratoria entre reguladores y regulados explica por qué, en cada crisis financiera, la Fed rescata a los grandes bancos con billones de dólares mientras la población sufre las consecuencias de la inflación y el desempleo.  

En los últimos años, algunas naciones han intentado escapar de este sistema. China, por ejemplo, ha impulsado el uso del yuan en el comercio petrolero, estableciendo contratos en su moneda con Rusia, Irán y Venezuela. Los BRICS han discutido la creación de una moneda común respaldada en commodities, lo que podría desafiar la hegemonía del dólar. Sin embargo, el poder de Estados Unidos para sabotear estas alternativas sigue siendo enorme, gracias a su control sobre los sistemas de pagos internacionales como SWIFT y su supremacía militar.  

El dólar no es una moneda neutral, sino la pieza central de un sistema de dominación que beneficia a una minoría financiera global a expensas de la soberanía de las naciones. Mientras el mundo siga dependiendo del petrodólar y de la deuda denominada en dólares, los ciclos de explotación económica y las crisis inducidas continuarán. Romper este esquema requiere no solo alternativas monetarias, sino también una reestructuración radical del poder financiero global, algo que las élites que hoy lo controlan harán todo lo posible por evitar. La pregunta que queda es si las naciones del mundo encontrarán la voluntad política para liberarse de este yugo antes de que la próxima gran crisis las obligue a hacerlo.


Guerra Financiera Global


El dominio del dólar no es un fenómeno aislado, sino parte de un sistema financiero internacional diseñado para concentrar poder en manos de una élite bancaria transnacional. Sin embargo, este sistema no se limita a la imposición del petrodólar, sino que se extiende a la manipulación de divisas, la especulación desenfrenada y la conversión del dinero en una mercancía más, alejándolo de su función social original. Para comprender la magnitud de este problema, es necesario analizar cómo los mercados de divisas se han convertido en un campo de batalla geopolítico, cómo la mercantilización del dinero distorsiona las economías reales y por qué las crisis cambiarias son, en muchos casos, ataques financieros orquestados.  


La Guerra de Divisas


Los mercados de divisas o Forex mueven más de 6 billones de dólares diarios, superando ampliamente el comercio mundial real de bienes y servicios. Este volumen descomunal no responde a las necesidades económicas de los países, sino a la especulación de fondos de inversión, bancos y algoritmos de alta frecuencia que operan en milisegundos. Cuando George Soros "quebró" a la libra esterlina en 1992 o cuando los hedge funds atacaron el baht tailandés en 1997, no estaban respondiendo a fundamentos económicos, sino aprovechando vulnerabilidades para forzar devaluaciones y lucrar con ellas.  

Estos ataques cambiarios no son eventos naturales, sino estrategias financieras que siguen un patrón claro de identificación de economías vulnerables en países con deuda en dólares, reservas limitadas o tipos de cambio fijos son blancos fáciles. Fondos de cobertura y bancos venden masivamente la moneda local, generando pánico y fuga de capitales. Esto provoca intervención fallida del banco central, si el país gasta sus reservas defendiendo la moneda y fracasa, cae en una crisis cambiaria, por lo que hay rescate condicionado del FMI interviene con préstamos en dólares, imponiendo privatizaciones y austeridad.  

Este mecanismo se repitió en México en 1994, Asia en 1997, Argentina en 2001 y Turquía en 2018. En todos los casos, el resultado fue el mismo con la moneda colapsó, las empresas locales quebraron y los activos nacionales fueron comprados a precio de remate por fondos extranjeros.  


La Mercantilización del Dinero y sus Consecuencias


El dinero, en su esencia, debería ser un medio de intercambio y una medida de valor al servicio de la economía real. Sin embargo, el sistema financiero moderno lo ha convertido en una mercancía más, sujeta a la oferta y demanda en mercados volátiles. Este fenómeno tiene graves consecuencias. Mientras que en 1980 los mercados financieros representaban un 20% del PIB global, hoy superan el 400%. Esto significa que la especulación con divisas, derivados y deuda mueve más capital que la producción de bienes y servicios. Cuando el dinero se imprime masivamente como con la flexibilización cuantitativa post-2008, no va a salarios o infraestructura, sino a bolsas, bienes raíces y commodities, creando burbujas. Las divisas ya no reflejan la productividad de un país, sino los flujos especulativos. El yen japonés se fortalece en crisis no porque Japón crezca, sino porque los inversores lo ven como "refugio".  

Los escolásticos medievales ya advertían hace 500 años que el dinero no debe ser tratado como una mercancía, pues su valor debe ser estable para facilitar el comercio. Hoy, sin embargo, las divisas fluctúan salvajemente por decisiones de bancos centrales o rumores de mercados, perjudicando a trabajadores y empresas.  


El Rol de los Bancos Centrales: ¿Servidores Públicos o Cómplices del Cartel?


Teóricamente, los bancos centrales deberían velar por la estabilidad monetaria. En la práctica, muchos actúan en favor de la banca privada. La Reserva Federal rescata a Wall Street en cada crisis, pero ignora el endeudamiento estudiantil o la inflación en alimentos. El Banco Central Europeo protege el euro favoreciendo a Alemania y Francia, mientras impone austeridad a Grecia e Italia. Los bancos centrales de países periféricos suben tasas de interés para "atraer capitales", pero ahogan el crédito a pequeñas empresas.  

Esta dinámica convierte a las monedas en instrumentos de transferencia de riqueza, cuando el dólar se fortalece los países emergentes pagan más por su deuda; cuando el euro se debilita, los exportadores alemanes ganan competitividad a costa de los trabajadores del sur de Europa.  

Algunos países han intentado romper este sistema, Venezuela y su Petro fracasó por falta de credibilidad y sanciones. China y el yuan digital avanza, pero aún depende del sistema SWIFT. Bitcoin y criptomonedasv olátiles y cooptadas por fondos especulativos.  

La única solución real sería una arquitectura financiera multilateral donde las divisas estén vinculadas a canastas de commodities reales. Los bancos centrales sean verdaderamente públicos, sin influencia de la banca privada la cual emite de la nada veinte sobre uno. Los flujos de capital especulativo sean regulados con impuestos como la Tasa Tobin o Tasa contra Sobrestadía. 

Mientras tanto, el mundo seguirá atrapado en un ciclo de crisis artificiales, donde el dinero —lejos de ser un bien público— es el arma más poderosa de un cartel financiero sin rostro.


Los Peligros de un Retorno al Patrón Oro


La idea de retornar a un patrón oro resurge periódicamente como una solución magnética y mágica a los males del sistema monetario actual de la inflación, la deuda descontrolada y la manipulación de los bancos centrales. Sin embargo, un análisis profundo revela que el oro no es una alternativa viable, pues su escasez artificial, su fijación oligopólica de precios y su histórico vínculo con la banca privada lo convierten en otro instrumento de dominación financiera. Además, la génesis misma del sistema bancario moderno —con sus prácticas de reserva fraccionaria y multiplicación monetaria— se remonta a los orfebres medievales, quienes sentaron las bases del actual esquema de dinero-deuda.  


El Oro como Herramienta de Poder


El principal argumento a favor del patrón oro es que, al estar respaldado por un bien tangible, evitaría la emisión irresponsable de dinero. Sin embargo, esta premisa ignora que el oro mismo está sujeto a manipulaciones y distorsiones.

Desde 1919, el precio del oro se fija diariamente en Londres a través de un mecanismo opaco conocido como el London Gold Fix, controlado por un puñado de bancos como JP Morgan, HSBC y Barclays. Estos mismos bancos han sido multados reiteradamente por manipular el precio del oro y la plata, demostrando que el mercado del metal no es libre, sino dominado por intereses privados.  

El oro es escaso por naturaleza, pero su distribución no lo es, más del 50% de las reservas mundiales están en manos de bancos centrales y fondos de inversión. Esta concentración permite a los grandes actores financieros provocar crisis de liquidez como en 1968, cuando el pool de bancos centrales colapsó el mercado para defender el dólar.  

En los años 30, Francia y EE.UU. desestabilizaron la libra esterlina atesorando oro y forzando devaluaciones competitivas. Hoy, China y Rusia acumulan oro no para respaldar una moneda estable, sino como seguro contra sanciones occidentales.  

En síntesis, un retorno al oro no eliminaría la especulación, simplemente trasladaría el poder de la Fed a un cártel de bancos y mineras.  


El Nacimiento de la Reserva Fraccionaria


El sistema monetario actual no es una creación moderna, sino la evolución de prácticas iniciadas por los orfebres europeos en la Baja Edad Media. Estos artesanos, encargados de custodiar el oro y la plata de los comerciantes, comenzaron a emitir recibos los primeros billetes que circulaban como dinero. Con el tiempo, descubrieron un truco revolucionario. Los orfebres notaron que no todos reclamaban su oro al mismo tiempo, por lo que empezaron a emitir más recibos que el metal que tenían en reserva. Así nació la reserva fraccionaria, prestaban oro que no existía, cobrando intereses sobre algo que nunca entregaban.  

Este esquema fue perfeccionado por los primeros bancos como el Banco de Ámsterdam y el Banco de Inglaterra, que mezclaban depósitos reales con emisión ficticia.  La crisis llegaba cuando muchos clientes reclamaban su oro a la vez como en el pánico de 1772, revelando el fraude.  

Los banqueros argumentaban que el respaldo en oro garantizaba la estabilidad, pero en realidad usaban su control sobre el metal para imponer préstamos a reyes y Estados creando deuda pública, provocar crisis selectivas para quedarse con propiedades como en las guerras napoleónicas.  


Por Qué el Oro No es la Solución


La oferta de oro crece a un 1-2% anual, mientras la economía necesita flexibilidad monetaria para expandirse. La Gran Depresión se agravó porque la Fed no pudo inyectar liquidez al estar atada al oro.  

El 70% del oro extraído hoy es controlado por Barrick Gold, Newmont y fondos SPDR Gold Trust.  Un patrón oro moderno entregaría a estos actores el poder de estrangular economías mediante acaparamiento.  

El metal no tiene valor intrínseco, su precio lo fijan bancos en Londres y Nueva York a través de cuántos bancos compran o venden, cuánto ofrecen cada uno para comprar/vender. En 2013, Goldman Sachs admitió recomendar oro a clientes mientras internamente lo llamaba "un esquema Ponzi".  

El oro nunca fue dinero "neutral" ni libre desde los orfebres hasta el London Gold Fix, ha sido un instrumento de dominación bancaria. Su escasez no lo hace inmune a la especulación, sino más vulnerable a la manipulación. La verdadera alternativa no es volver a un sistema obsoleto, sino construir uno nuevo donde el dinero emane de la soberanía popular, no de bancos privados. Su valor refleje trabajo y recursos reales, no juegos financieros. Los metales sean un complemento, no un dogma.  

Mientras el debate siga atrapado entre "oro vs. dólar", el cartel financiero seguirá ganando. La historia muestra que el problema no es el respaldo, sino quién controla el sistema.


Desde Babilonia hasta el Cartel Bancario Moderno


La práctica de la deuda como mecanismo de control social y económico no es un invento moderno, sino una estrategia de dominación cuyos orígenes se remontan a la antigua Babilonia, donde ya en el siglo XVIII a.C. se consolidó un sistema financiero sofisticado y, al mismo tiempo, opresivo. Aquella civilización, frecuentemente asociada con la decadencia y la corrupción moral, fue también la cuna de un fenómeno que hoy define el mundo moderno, la conversión de la deuda en un instrumento de poder capaz de someter a pueblos enteros.  

En Babilonia, los campesinos depositaban sus cosechas de grano en silos estatales y recibían a cambio tablillas de arcilla que certificaban sus depósitos. Con el tiempo, estos certificados se convirtieron en una forma primitiva de dinero, circulando como medio de pago en transacciones comerciales. Los administradores de estos registros —los precursores de los banqueros— pronto descubrieron que podían emitir más certificados de los que correspondían al grano realmente almacenado, dando origen al sistema de reserva fraccionaria, una práctica que hoy sigue siendo la base del sistema bancario moderno.  

Pero este sistema tenía un problema fundamental, la deuda crecía exponencialmente, mientras que las reservas reales de grano —el sustento de la economía— permanecían limitadas. Cuando la brecha entre lo prestado y lo existente se volvía insostenible, las crisis estallaban, y los campesinos, incapaces de pagar sus obligaciones, caían en la servidumbre por deudas. Fue en este contexto que el rey Hammurabi —y posteriormente Rim-Sin— se vieron obligados a decretar edictos de condonación de deudas, conocidos como "misarum", para evitar el colapso social. Estas anulaciones periódicas, documentadas en tablillas cuneiformes, no eran actos de generosidad, sino medidas de supervivencia política, el exceso de deuda llevaba a revueltas, y los gobernantes preferían resetear el sistema antes que enfrentar una rebelión.  

Sin embargo, lo más revelador de este sistema babilónico no fue la deuda en sí, sino la forma en que la casta sacerdotal y los administradores del templo —los banqueros de la época— lograron consolidar su poder. A medida que su influencia crecía, ya no bastaba con controlar los registros de grano; necesitaban institucionalizar su dominio. Así, los reyes, en un intento por mantener el equilibrio, les otorgaron puestos de poder dentro del aparato estatal, transformándolos en custodios oficiales de las riquezas del templo. Esta alianza entre el poder político y el financiero sentó un precedente histórico, la banca no solo manejaba el dinero, sino que se integraba al Estado para garantizar su perpetuidad.  


De Babilonia a Wall Street


Este modelo babilónico no desapareció con el Imperio Neoasirio o la caída de Mesopotamia. Por el contrario, se refinó y adaptó a lo largo de los siglos. La Roma Imperial adoptó un sistema similar, donde los "argentarii" o banqueros privados manejaban el crédito y la deuda, y las crisis de insolvencia llevaron a revueltas como la de los plebeyos en el 495 a.C., que exigían la abolición de las deudas. La Edad Media vio el surgimiento de los prestamistas lombardos y florentinos, cuyas prácticas de usura —aunque condenadas por la Iglesia— sentaron las bases de la banca moderna. El siglo XVII marcó el nacimiento de los primeros bancos centrales como el Banco de Inglaterra en 1694, que, bajo el pretexto de estabilizar las finanzas públicas, consolidaron el poder de los prestamistas privados sobre los Estados.  

Hoy, el mecanismo es el mismo, aunque infinitamente más complejo los bancos centrales, supuestamente independientes, operan en simbiosis con la banca privada, garantizando que la deuda —nacional y personal— nunca desaparezca. El "jubileo" babilónico ha sido reemplazado por "rescates" financieros que, lejos de liberar a las sociedades de la deuda, la transfieren a los contribuyentes mientras los acreedores se enriquecen.  


¿Quién Controla el Dinero Controla el Mundo?


La historia de Babilonia demuestra que la deuda no es un fenómeno natural, sino un arma de control social. Cuando los banqueros babilonios descubrieron que podían crear dinero de la nada mediante préstamos con reserva fraccionaria, establecieron un principio que hoy rige el sistema financiero global, el dinero es poder, y quien lo controla domina la economía real.  

Los bancos centrales y los gigantes financieros como BlackRock y JPMorgan Chase desempeñan el mismo papel que los sacerdotes-banqueros de Babilonia, deciden quién recibe crédito, quién es estrangulado por la deuda y cuándo una crisis justifica un "rescate" que enriquece a unos pocos. La única diferencia es que, en lugar de tablillas de arcilla, usan algoritmos y derivados financieros.

¿Habrá un nuevo "edicto de condonación" para liberar a la sociedad moderna de la esclavitud de la deuda? O, como en Babilonia, ¿será necesario que el sistema colapse para que algo cambie?

Comentarios