El Sueño de la Imagen que Devora la Carne
En 1983, David Cronenberg estrenó Videodrome, una película donde el protagonista, Max Renn, descubre que un programa de televisión clandestino (Videodrome) es en realidad un arma biotecnológica que altera la percepción y muta el cuerpo. Dieciséis años después, Matrix presentaba a Neo, un hacker que aprendía que el mundo era una simulación creada por máquinas. Ambas obras, aunque separadas por tiempo y estilo, comparten un núcleo filosófico con las narrativas ya exploradas, la realidad es un constructo manipulado, y el cuerpo humano es el último campo de batalla.
Este texto —continuación del anterior— propone que Videodrome y Matrix no solo amplifican las preocupaciones de aquellas obras, sino que las radicalizan. Si en They Live la ilusión se rompía con gafas, y en Lain con cables, aquí la distorsión es total, no hay herramientas externas para liberarse, porque la mente y la carne han sido colonizadas. Ya lo decía McLuhan, nada puede hacerse contra los medios, inevitablemente nos volvemos los medios solo podemos preguntarnos si vamos a participar o vamos a ser manejados por los medios. A través de estas historias, analizaremos cómo el concepto de simulación de Baudrillard, biopoder de Foucault y capitalismo tardío de Jameson se entrelazan para definir un mundo donde la resistencia ya no es despertar, sino aprender a soñar con libertad.
El Televisor como Órgano Sexual
Max Renn, el protagonista de Videodrome, es un ejecutivo de televisión que busca contenido transgresor para su canal. Cuando descubre Videodrome —un programa aparentemente snuff— queda obsesionado, pero pronto nota que las imágenes le provocan alucinaciones y tumores que se abren en su abdomen como videocasetes. Cronenberg, maestro del body horror, convierte la metáfora en carne, la tecnología no es una herramienta, sino un parásito que redefine la biología humana.
El filósofo Jean Baudrillard, cuyo libro Simulacros y simulación influyó en Matrix, había descrito cómo los medios masivos reemplazan lo real con signos vacíos. Videodrome lleva esto al extremo, el programa no es ficción, sino un virus audiovisual que reprograma neuronas. Cuando Max grita "¡Larga vida a la nueva carne!", celebra su mutación ya no hay diferencia entre su cuerpo y la pantalla.
El villano de Videodrome, Brian O’Blivion, es un gurú que solo existe en cintas pregrabadas. Su frase clave —"La televisión es la realidad, y la realidad es menos que televisión"— anticipa las redes sociales actuales, donde la performatividad reemplaza a la identidad. Pero Cronenberg va más allá, O’Blivion no es un tirano clásico, sino un cadáver mediático. El poder ya no reside en personas, sino en sistemas autoreplicantes como el algoritmo de Videodrome.
Aquí, el vínculo con Neuromancer es claro Wintermute, la IA de Gibson, también opera mediante proxies y engaños. La diferencia es que en Videodrome no hay "matriz" separable del cuerpo, la pantalla y el cerebro son uno. Esto refleja la idea de Foucault sobre el biopoder —el control que se ejerce sobre la vida misma—, pero con un giro poshumano la tecnología no vigila, sino que se fusiona con lo vigilado.
La Simulación como Religión Posmoderna
Los Wachowski admitieron que Simulacros y Simulación fue clave para Matrix. En una escena eliminada, Neo guarda copias pirata del libro en su departamento. La conexión es obvia Baudrillard argumenta que en la posmodernidad, los mapas (medios, representaciones) preceden al territorio, hasta que lo real desaparece. Matrix literaliza esto, el mundo es un código informático, y los humanos son baterías inconscientes.
Pero hay una ironía Baudrillard criticó después a Matrix por ser "una película de Hollywood que no entiende su propia premisa". Para él, la simulación no es un engaño que se pueda desactivar como hace Neo, sino una condición irreversible. En este aspecto la Matrix estaría más relacionada al Espectáculo de Debord. En este sentido, Videodrome es más baudrillardiano Max no "derrota" al sistema, sino que se convierte en él.
Neo es elegido como "El Elegido", un mesías que salvará a los humanos. Sin embargo, como revela Matrix Reloaded, incluso esto es parte del diseño de las máquinas, la rebelión está prevista. Esta idea resuena con Ubik, donde Joe Chip descubre que su lucha contra la entropía podría ser otro nivel de la simulación.
El filósofo Slavoj Žižek señaló que Matrix fracasa al imaginar la liberación como un acto individual, Neo, en lugar de colectivo. Comparado con El Eternauta —donde la resistencia es grupal— o Akira —donde Tetsuo es tanto víctima como verdugo—, Matrix cae en el mito del héroe. Pero su legado es innegable: popularizó la idea de que la realidad es software, y que hackearla es un acto político.
Filosofías en Conflicto
Videodrome y Matrix representan dos polos filosóficos. Para Cronenberg, el cuerpo es el último reducto de lo real aunque Videodrome lo corrompe, su mutación es física, no abstracta. En cambio, Matrix sugiere que el cuerpo es prisión para Morpheo "La mente lo es todo", y que lo real está "fuera".
Esta contradicción refleja un debate más amplio ¿La tecnología nos desmaterializa como en Lain o nos re-materializa en formas grotescas como en Akira? El filósofo Byung-Chul Han diría que ambas son ciertas en La Sociedad del Cansancio, describe una era donde la autoexplotación es más peligrosa que la opresión externa. Max Renn y Neo son ejemplos de esto uno se convierte en su opresor, el otro en su salvador, pero ambos son productos del sistema que combaten.
Hoy, Videodrome parece profético, las pantallas son extensiones de nuestros cuerpos smartphones, relojes inteligentes, y el "contenido" moldea nuestros deseos (TikTok, deepfakes). Matrix, en cambio, se siente ingenua, ¿qué sentido tiene "desconectarse" si no hay afuera?
Aquí, Serial Experiments Lain ofrece una tercera vía, en lugar de escapar Lain redefine su relación con la red. No es libre, pero tampoco esclava. Como escribe Donna Haraway "Prefiero ser un cyborg que una diosa".
¿Qué Hacer en la Simulación?
Videodrome y Matrix, leídas junto a las obras anteriores, muestran que la hiperrealidad no es una excepción, sino el estado default. La pregunta ya no es cómo despertar, sino cómo vivir dentro del sueño sin volvernos cómplices.
Cronenberg opta por el horror, si la tecnología nos muta, abracémoslo con ironía ("Larga vida a la nueva carne"). Los Wachowski, por el misticismo Neo vuela como un budista digital. Pero quizás la respuesta esté en Ubik el spray que "protege" la realidad es un placebo, pero sin él, no hay lucha posible.
En un mundo donde Netflix recomienda nuestros miedos y Twitter amplifica nuestros odios, estas ficciones son más que entretenimiento son espejos deformantes que nos devuelven nuestra propia imagen, antes de que olvidemos cómo reconocernos.
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