Las Monedas Alternativas como Agentes Revolucionarios

 

En períodos de colapso económico, cuando el dinero oficial pierde su valor o desaparece de la circulación, las comunidades han recurrido históricamente a sistemas monetarios alternativos para mantener el intercambio de bienes y servicios. Tres ejemplos fascinantes de esto fueron la moneda Wara en la Alemania de la posguerra, el experimento de Wörgl en la Austria de la Gran Depresión, y las monedas oxidables de Montoro durante la Guerra Civil española. Estas monedas no solo evitaron la inflación, sino que en muchos casos revitalizaron economías locales al incentivar el flujo rápido de capital y desincentivar el acaparamiento. Sin embargo, su éxito fue visto como una amenaza por los bancos centrales y gobiernos, que rápidamente las suprimieron para mantener el monopolio de la emisión monetaria.


La Moneda Wara en Alemania


Tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Alemania sufrió una de las peores hiperinflaciones de la historia. El marco alemán perdió tanto valor que la gente necesitaba carretillas de billetes para comprar pan. En este caos, algunas comunidades y empresas buscaron alternativas al dinero oficial.

En 1929, el empresario alemán Hans Timm y el teórico monetario Silvio Gesell promovieron el Wara, una moneda complementaria respaldada por bienes reales como carbón, madera o productos agrícolas. La idea era evitar la acumulación de dinero y fomentar el intercambio rápido.

Cada billete de Wara estaba respaldado por materias primas almacenadas en depósitos. Perdía valor con el tiempo un 1% mensual, incentivando su circulación en lugar del atesoramiento. Solo tenía valor en redes de comerciantes y cooperativas que aceptaban el sistema.

El Wara fue adoptado en varias ciudades alemanas, revitalizando economías locales. Los comerciantes lo preferían al marco alemán porque no perdía valor tan rápidamente. Sin embargo, su éxito alarmó al gobierno.

En 1931, el banco central alemán prohibió el Wara, argumentando que violaba su monopolio sobre la emisión de dinero. El gobierno temía que estas monedas alternativas socavaran el sistema financiero tradicional.

Aunque el Wara desapareció, su concepto influyó en otros experimentos monetarios, como el de Wörgl.


El Experimento de Wörgl (Austria, 1932-1933)


En 1932, el pueblo austríaco de Wörgl enfrentaba una crisis económica brutal: el desempleo superaba el 30%, y el dinero escaseaba. El alcalde, Michael Unterguggenberger, decidió implementar una moneda local basada en las ideas de Silvio Gesell.

La moneda de Wörgl, llamada "Certificado de Trabajo", tenía una característica clave, oxidación mensual. El municipio depositaba una cantidad equivalente en chelines en un banco local y perdía un 1% de su valor cada mes, incentivando el gasto rápido. Los residentes podían pagar impuestos con estos certificados, dándoles legitimidad.


El Milagro Económico de Wörgl


En solo un año, Wörgl experimentó una notable recuperación se construyeron carreteras, puentes y sistemas de drenaje, el desempleo cayó drásticamente, el comercio local revivió, ya que la gente prefería gastar antes que dejar que el dinero perdiera valor.

El éxito de Wörgl atrajo atención nacional. En 1933, el Banco Central de Austria declaró ilegal el sistema, argumentando que solo el Estado podía emitir dinero pero el motivo real era el temor a que otros municipios siguieran el ejemplo y el sistema monetario central perdiera control. A pesar de las protestas, el experimento terminó, y Wörgl volvió a la economía convencional.


Las Monedas Oxidables de Montoro (Guerra Civil Española, 1936-1939)


Durante la Guerra Civil Española muchas regiones sufrieron escasez de moneda oficial. En zonas republicanas, algunos municipios emitieron sus propias monedas para mantener la economía local.

Montoro, un pueblo de Córdoba, implementó un sistema de vales locales con demurrage, similar al Wara y Wörgl.

Los vales podían intercambiarse por alimentos y bienes almacenados en cooperativas. Perdían valor con el tiempo para evitar el acaparamiento. El ayuntamiento regulaba su emisión y circulación.

Estas monedas permitieron que el comercio continuara a pesar de la guerra. Sin embargo, el gobierno republicano y los bancos centrales las vieron como una amenaza a la estabilidad monetaria.

Con el avance de las tropas franquistas y la recentralización económica, estas monedas fueron prohibidas. Tras la guerra, el régimen de Franco impuso una estricta política monetaria centralizada, eliminando cualquier alternativa local.


¿Por Qué Estas Monedas No Provocaron Inflación?


Uno de los aspectos más interesantes de estos experimentos es que, a diferencia del dinero tradicional, no generaron inflación, a pesar de ser emitidas localmente. ¿Por qué y como?

A diferencia del dinero fiduciario, que puede imprimirse sin límite, el Wara, los certificados de Wörgl y los vales de Montoro estaban respaldados por productos tangibles como carbón, alimentos, servicios lo que limitaba su emisión y evitaba la devaluación.

La pérdida gradual de valor programada incentivaba el gasto rápido y desalentaba la acumulación. Esto mantenía el dinero en circulación constante, evitando que se generaran presiones inflacionarias por escasez artificial.

Estas monedas solo tenían valor dentro de una comunidad o red de comerciantes específica, lo que impedía la fuga de capital y garantizaba que la oferta monetaria estuviera siempre equilibrada con la producción real.


¿Por Qué las Prohibieron?


A pesar de su éxito, estos sistemas fueron sistemáticamente prohibidos por los bancos centrales y gobiernos. Las razones eran más políticas que económicas si las monedas locales prosperaban normalmente, los bancos centrales perdían su poder sobre la política económica. El dinero oxidable demostraba que se podía tener una economía funcional sin bancos privados ni deuda, y en casos como el de Montoro, las monedas locales eran vistas como un desafío a la autoridad del Estado.


Lecciones de las Monedas Alternativas


Las monedas locales pueden reactivar economías en crisis, evitando el estancamiento. El demurrage (oxidación) incentiva el gasto rápido, evitando la acumulación improductiva. Los gobiernos y bancos centrales suelen oponerse, ya que desafían su control monetario, poniendo en peligro la burocracia.

Aunque estos experimentos fueron efímeros, su legado persiste en movimientos modernos como las monedas sociales y las criptomonedas con inflación programada. En un mundo de crisis económicas recurrentes, quizás haya espacio para repensar cómo el dinero puede servir a las comunidades, y no al revés. Estos experimentos monetarios demostraron que es posible diseñar sistemas financieros que prioricen el intercambio real sobre la especulación. 

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