CANASTA BÁSICA DE RESPALDO PARA LA PROVINCIA DE SANTA FE segunda parte

 


En un trabajo anterior demostramos con detalles tecnicos la forma más justa de distribuir los recursos. Solo hace falta: una herramienta de cambio (dinero) y un respaldo de confianza (producción). Ahora vamos a profundizar desde lo histórico hasta lo legal. 

Desde el corazón de la historia argentina, donde la disputa por la soberanía no fue solamente territorial o política, sino fundamentalmente económica, se erige la necesidad de una revolución federalista. Así como las guerras civiles del siglo XIX enfrentaron visiones irreconciliables sobre el destino de la Nación, hoy se plantea una disyuntiva más sutil, pero no menos decisiva: ¿seguiremos delegando nuestra soberanía monetaria al poder de las finanzas globales y de los bancos privados, o daremos forma a un sistema monetario verdaderamente federal, arraigado en la producción real, el bienestar común y la Soberanía de los pueblos?

El federalismo argentino, desde sus orígenes con Artigas, López y Ramírez, se basó en la defensa del territorio, de las economías regionales, del trabajo libre y de la capacidad de los pueblos para autogobernarse. Pero ese federalismo fue anulado por un centralismo monetario feroz que, desde el siglo XIX, impuso una economía subordinada al comercio exterior, al capital extranjero y a una elite financiera porteña que convirtió la emisión monetaria en herramienta de dominación. El Banco de Londres, el Banco Nacional y luego el Banco Central fueron aparatos que nunca respondieron al pueblo, sino a los intereses de la especulación y de las metrópolis. La historia argentina del siglo XX —devaluaciones, hiperinflaciones, convertibilidad, fuga de capitales, default— no es más que el relato de la dependencia estructural a un sistema monetario nacido para servir a otros.

No se propone volver atrás, sino ir más allá. Superar tanto el centralismo unitario como el estatismo burocrático. Proponer un nuevo federalismo económico basado en monedas locales respaldadas por la producción real, coordinadas por una red nacional de autoridades monetarias ciudadanas autónomas pero interconectadas. Un federalismo monetario donde cada provincia, cada municipio, cada comunidad organizada pueda emitir su moneda con vencimiento y oxidación, respaldada por su producción de bienes y servicios básicos, auditada por mutuales, gremios y cooperativas, y validada por organismos técnicos descentralizados. El valor no se mide en divisas extranjeras, sino en alimentos, energía, trabajo, educación y salud.

¿Acaso no es más lógico que una moneda emitida en Tucumán esté respaldada por limones, azúcar, energía solar y trabajo agroindustrial, en lugar de por una reserva en dólares administrada por un banco central en Buenos Aires? ¿Por qué no debería una cooperativa de La Rioja emitir certificados de producción respaldados por su cosecha de vid, su producción de aceite de oliva o sus servicios turísticos, y con ellos financiar salud, educación, seguridad local y el comercio justo? ¿Por qué no puede Chaco, Misiones o Jujuy tener monedas propias ligadas a su economía forestal, yerbatera o minera, en vez de depender de una emisión central que prioriza los intereses de la macroeconomía porteña?

El actual régimen monetario global, heredero del sistema Bretton Woods y consolidado en la arquitectura del FMI, el BIP y la financiarización neoliberal, ha convertido el dinero en un fetiche de poder, un instrumento de extracción. Los bancos crean dinero de la nada, motorizado por la deuda. El 95% del dinero en circulación es digital, bancario, usurario, creado con interés y destinado a desaparecer en un ciclo de pago permanente que alimenta la acumulación del capital. Esa creación de dinero privado no está en manos del Estado, ni del pueblo, ni de los trabajadores quienes solo se endeudan. Está en manos de corporaciones que deciden a quién prestar, a qué tasa, bajo qué condiciones, y a quién empujar al default. El resultado es la conocida concentración, inflación estructural, fuga de divisas, deuda eterna, pobreza crónica.

Frente a eso, proponemos un sistema monetario ciudadano, oxidante y descentralizado. Oxidante porque el dinero, lejos de ser acumulable sin fin, debe caducar como todo bien natural. La moneda debe servir para circular bienes, no para atesorar poder. Inspirado en Silvio Gesell, en los certificados de trabajo de Wörgl, y en la experiencia de monedas sociales en Suiza (WIR) y Canadá (LETS), Brasil, Argentina e incluso Japón, este modelo plantea que el dinero pierda valor con el tiempo, empujando a su uso productivo. La oxidación programada evita la especulación, la emición, la acumulación improductiva y la financiarización. Obliga al dinero a cumplir su función esencial, ser medio de intercambio entre sujetos que producen valor real para que así se mantenga.

Descentralizado porque debe nacer de la comunidad. Cada mutual, cada cooperativa, cada asociación productiva podrá emitir Certificados de Producción (CP), validados por bancos gremiales o consejos económicos locales, y presentarlos ante una Autoridad Monetaria Ciudadana (AMC) que emita moneda con respaldo tangible. La moneda solo se emite si hay bienes y servicios que la respalden. No se basa en la fe, ni en la confianza bancaria, sino en la producción real. En ese orden se mantiene y se genera la confianza y el valor. Se emite, circula y se destruye según la producción. Cada ciclo productivo genera nuevos CP, cada ciclo monetario destruye la moneda vencida y liquida la deuda comenzada con el CP generado. La inflación desaparece no por ajuste fiscal, sino porque no puede haber más dinero que producción. La producción se paga con producción, solo necesita un medio en forma de moneda. Sin interés, sin impuesto, sin deuda y creando riqueza real. 

Esta AMC no será una autoridad estatal subordinada al poder político ni a una agencia privada capturada por bancos. La AMC sería una red nacional descentralizada y federal de industrias y servicios. Una institución mixta, democrática, técnica y transparente. Sus decisiones se basarán en indicadores objetivos como Producto Bruto Regional, cantidad de CP emitidos, niveles de consumo, inversión y desempleo. Usará tecnologías como blockchain para auditar las transacciones, validar los CP y garantizar la trazabilidad de los fondos. Su autonomía evitará el uso político de la moneda y su participación comunitaria garantizará que los recursos respondan al interés común.

El sistema tendrá dos pilares de emisión: por un lado, el CP como instrumento base del productor local, que emite certificados según su capacidad y recibe a cambio contraprestaciones en salud, educación, seguridad, vivienda o provisión de insumos. Por otro, el respaldo físico y simbólico de una canasta básica de bienes y servicios: alimentos, energía, horas de trabajo, materiales estratégicos. Esta canasta se define localmente, pero también en articulación nacional, para permitir equivalencias, intercambios y comercio entre regiones.

La circulación monetaria se dará en dos formatos uno digital, en plataformas P2P, basado en blockchain pública y contratos inteligentes, gestionado por DAOs que ejecutan automáticamente las reglas de oxidación, vencimiento y redistribución; y otro físico, en billetes con vencimiento impreso o marcas térmicas degradables, renovables en nodos comunitarios. Esta dualidad permite inclusión digital sin excluir a sectores aún desconectados. Ambos formatos comparten un principio el dinero pierde valor si no circula. Y el valor que se pierde —el dinero "oxidado" que sería el recaudado por Sobrestadía— se reinvierte en bienes comunes como escuelas, huertas, clínicas, caminos, redes energéticas.

El ahorro, que suele justificarse como necesidad individual, se redefine aquí como inversión colectiva. En lugar de acumular moneda, o sacar de circulación de forma privada el dinero, se puede acceder a títulos respaldados por activos productivos, con vencimiento largo pero sin intereses. El valor se mantiene no por su crecimiento especulativo, sino por su vínculo con bienes reales. Alguien que produce hoy, ahorra en producción futura. Este ahorro no se puede fugar, porque no es dinero abstracto son bienes concretos, son horas de trabajo comprometidas, son servicios garantizados. Este mecanismo permite reemplazar la demanda de dólares por instrumentos de crédito interno que fortalecen la producción local. Es como pagarse en cuotas fijas y a voluntad una casa que de alguna manera es como una caja de ahorro.

El comercio internacional, por su parte, no necesita divisas duras, sino confianza mutua. Mediante pagarés convertibles a un año, respaldados por producción real y canastas de bienes, dos regiones pueden intercambiar sin necesidad de dólares, euros o yuanes. El que exporta trigo emite un pagaré convertible, el que importa podrá devolverlo en cobre, en software, en maquinaria, en salud. La equivalencia no es financiera, es productiva. Esto permite comerciar incluso sin liquidez, adaptando los flujos a las realidades productivas. El pagaré convertible se vuelve así el instrumento clave del comercio entre comunidades postcapitalistas.

Argentina tiene historia en monedas alternativas. Desde los vales de Vernet en Malvinas hasta los bonos provinciales de los 90, pasando por los clubes del trueque, los bonos de los jesuitas y los billetes sociales como el Patacón o el Lecop. Muchas veces fueron respuestas desesperadas a crisis sistémicas. Pero aquí no se trata de parches ni de emergencias. Se trata de construir una nueva arquitectura monetaria, estable, justa, federada, basada en la vida. No más una moneda que sirva al capital, sino una moneda que sirva a los pueblos.

No alcanza con tener bandera, himno o elecciones. La verdadera soberanía se ejerce cuando una comunidad controla su alimento, su energía, su comunicación, su educación y su moneda. Ninguna Nación es libre si no controla su emisión monetaria. Ninguna provincia es autónoma si depende del goteo de coparticipación centralizada. Ningún trabajador es soberano si su salario se desvaloriza por inflación provocada por especuladores.

El federalismo monetario que proponemos es concreto, escalable y replicable. Puede comenzar en una región, en un municipio, en una cooperativa, y crecer hacia una red nacional de monedas coordinadas. Puede ser adoptado por gobiernos locales o por actores sociales autogestionados. Puede convivir transitoriamente con la moneda nacional mientras se consolida una economía paralela más justa. Lo importante es que se rija por tres principios de producción real, oxidación periódica y gestión comunitaria.

Es tiempo de dejar atrás las fantasías monetarias del desarrollismo endeudado, del liberalismo dolarizado y del estatismo ineficiente. Es tiempo de pensar una moneda como símbolo de lo propio, como expresión del trabajo concreto, como herramienta de liberación. Un dinero que no se oxida por decadencia, sino que oxida por diseño para evitar su fetichización. Un dinero que no se fuga, porque está anclado al suelo, al cuerpo, a la tierra, al tiempo humano.

Volver a emitir desde la comunidad no es volver al pasado, es ir al futuro. Un futuro donde las monedas se multiplican, no por inflación, sino acorde a productividad. Donde la riqueza no se mide en activos financieros, sino en salud, comida, cultura, tiempo propio. Donde los pueblos vuelven a tener en sus manos el timón de su destino económico.

No es solo un plan técnico ni un sueño utópico. Es un llamado a la acción, a la organización, a la creación de redes monetarias comunitarias. Es la propuesta de un país que recupere su potencia federal no sólo en lo político, sino en lo económico. Un país donde cada rincón pueda emitir su valor, circular su moneda, decidir su destino. Un país postcapitalista, pero no desorganizado. Un país descentralizado, pero solidario. Un país libre, en el más pleno sentido de la palabra.

Porque como decía el federalismo histórico, no hay libertad sin justicia, ni justicia sin pueblo, la carne de la economía. No hay soberanía sin moneda propia, no hay moneda propia sin producción real, y no hay producción real sin comunidad sana. 


Respaldo Real


La historia económica de la Argentina está marcada por una contradicción persistente, un país que produce alimentos, energía y conocimiento para millones de personas, pero cuya población vive bajo estrés financiero crónico, con ingresos devaluados, monedas extranjeras como referente simbólico y ciclos de endeudamiento perpetuo. Esta contradicción no se debe a falta de trabajo, de productividad o de recursos. Su raíz es institucional, el país ha delegado la soberanía sobre su propia economía en estructuras monetarias ajenas a su tejido productivo y territorial. El caso de la provincia de Santa Fe, uno de los corazones agroindustriales de América del Sur, permite ejemplificar tanto la profundidad del problema como las posibilidades concretas de transformación.

El esquema propuesto aquí no pretende inventar valor de la nada ni replicar modelos abstractos de economía alternativa. Al contrario, parte de lo más tangible y concreto que puede ofrecer un territorio —su capacidad de producir bienes y servicios esenciales para sostener la vida— y desde allí articula una forma de circulación interna del valor, coherente con sus capacidades, sus necesidades y sus actores reales. Se trata de construir un sistema de intercambio donde el respaldo no sea una promesa de pago especulativa, sino el trabajo ya hecho, el alimento cosechado, la energía generada, el paciente atendido, el conocimiento transmitido.

Este tipo de propuesta supone reconocer que el dinero, como unidad de cuenta, medio de cambio y reserva de valor, no es una mercancía neutral, sino una forma de organizar el poder y la autoridad sobre el tiempo de las personas. Cuando la emisión de dinero está concentrada en bancos atados a regímenes internacionales, y la distribución depende de intermediarios financieros que rentabilizan la escasez, el resultado es previsible en abundancia de bienes, pero escasez de poder adquisitivo; exceso de trabajo, pero falta de crédito real. Lo que aquí se propone es, simplemente, descentralizar ese poder, anclarlo en lo local, y reconectarlo con la producción concreta y el bienestar social.

En este sentido, pensar en una canasta básica de respaldo para la provincia de Santa Fe implica un acto de diagnóstico profundo de su estructura económica y un gesto de afirmación soberana. La provincia cuenta con recursos más que suficientes para sostener un sistema de valor propio produce millones de toneladas de alimentos básicos como soja, maíz, trigo; genera energía eléctrica, biodiesel, y servicios logísticos de altísima relevancia para el comercio nacional e internacional. Pero esa riqueza no circula como valor endógeno. Se exporta en bruto, se liquida en divisas, se administra desde jurisdicciones ajenas, y deja en el territorio apenas una porción de su valor potencial.

¿Qué pasaría si esa producción, en lugar de servir solo como mercancía de exportación, se utilizara también como respaldo directo de una unidad de valor provincial? No como una moneda de curso legal que compita con el peso argentino, ni ingrese a un casino de divisas, sino como una unidad de intercambio alternativa, complementaria y soberana, emitida en base a lo que Santa Fe efectivamente produce y gestiona. La idea no es nueva, pero su aplicación con criterio estratégico, en base a servicios públicos bajo control estatal y producción cooperativa organizada, puede generar una dinámica de desarrollo local mucho más resiliente que cualquier régimen dependiente del dólar.

Para que esta unidad de intercambio tenga estabilidad, legitimidad y utilidad, debe estar respaldada por bienes y servicios de demanda estable, bajo control público o cooperativo, y con baja volatilidad. Es ahí donde el enfoque bioeconómico se vuelve clave y la vida humana necesita energía, agua, salud, educación, alimentos, movilidad, hábitat. No necesita dólares ni bitcoin. El valor real está en aquello que reproduce la vida. Por eso, una canasta provincial de respaldo debe incluir bienes como electricidad generada por la Empresa Provincial de la Energía (EPE), agua potable distribuida por Aguas Santafesinas (ASSA), servicios de salud pública, producción agroalimentaria de tierras fiscales, y redes de transporte gestionadas desde el Estado o desde una agencia ciudadana. A eso se suman activos industriales y logísticos estratégicos como puertos, rutas, maquinaria agrícola, procesamiento de alimentos.

Para evitar que esta moneda paralela funcione como simple bono de emergencia o ticket cerrado, su diseño debe contemplar una doble dimensión: productiva y circulatoria. Lo productivo se expresa en los Certificados de Producción (CP), emitidos por cada unidad estatal o cooperativa que aporta valor real: un megavatio generado, una tonelada de alimento producido, un alumno capacitado, un m³ de agua tratada. Cada CP equivale a una unidad de valor que puede convertirse en la moneda local. La circulación, por su parte, debe evitar la acumulación especulativa y la moneda emitida se oxida si no circula, pierde valor mes a mes si no es reinvertida, como ocurre con los sistemas de crédito social inspirados en Gesell y aplicados en Suiza o Alemania.

Esta lógica de oxidación no es castigo. Es incentivo. Rompe con la lógica especulativa de atesorar para rentar y fomenta otra, la de invertir para activar y mejorar, mover la riqueza en lugar de retenerla. En un sistema donde el dinero no genera más dinero por sí solo, sino que se revaloriza solo al pasar por manos productivas, el trabajo y la cooperación se vuelven más rentables que la especulación.

Un punto clave del diseño es la distinción entre los CP como prueba de valor generado y la unidad de intercambio (Rosario Activo / Santafe Activo) como medio de circulación. Los CP pueden quedar en manos del fondo común productor, el Estado o el cooperativista, como crédito reconocido por su aporte. Luego se convierten (total o parcialmente) en moneda local, que puede utilizarse para pagar obligaciones, acceder a bienes, financiar nuevas actividades o integrarse a ferias y comercios adheridos beneficiados y bonificados por descuentos.

La legitimidad del sistema no surge de su conversión al peso o al dólar, sino de su capacidad de sostener intercambios locales útiles. Si un productor puede comprar insumos a otro productor, pagar parte de sus tasas, enviar a su hija a una escuela pública y acceder a medicamentos con esa moneda, entonces ese sistema funciona. No necesita validación de Wall Street ni del FMI. Necesita comunidad, confianza y respaldo productivo.

Desde el punto de vista legal, el proyecto es perfectamente viable. La Constitución Nacional (Art. 121 y 124) reconoce a las provincias como titulares del dominio sobre sus recursos y servicios públicos. La emisión de medios de pago alternativos no está prohibida, siempre que no se los declare moneda de curso legal. La jurisprudencia de la Corte Suprema en torno a los patacones y bonos fiscales de los años 2000 permite operar en ese margen. El punto es no reemplazar el peso, sino complementarlo. Lo mismo puede decirse a nivel municipal. Rosario tiene plena autonomía para organizar sus servicios y su sistema de pagos internos sin violar norma alguna.

Más aún, los pagarés convertibles abren la posibilidad de conectar este sistema con actores internacionales o de otras jurisdicciones, sin depender de divisas. Un pagaré respaldado por un servicio público real por ejemplo, formación técnica, energía limpia, producción agroecológica puede ser utilizado en convenios con ONGs, redes de intercambio solidario o programas de mitigación ambiental. Esto genera no solo circulación local, sino proyección internacional sin endeudamiento financiero.

En términos estratégicos, la implementación puede comenzar por un plan piloto en Rosario. Elegir una zona donde confluyan, una red de salud municipal, huertas urbanas activas, cooperativas de reciclado, centros culturales y mercados barriales. Emitir CP desde estos actores, convertirlos en “Rosario Activo”, garantizar su aceptación en ferias, comercios y servicios, y permitir su uso en parte del pago de tasas o tarifas. A medida que funcione, se expande. Luego, puede escalarse a nivel provincial con el “Santafe Activo” como unidad nodal de toda la economía pública-privada-cooperativa santafesina.

El éxito no está en la cantidad de dinero emitido, sino en su velocidad de circulación útil. Un sistema sano no es el que acumula reservas, sino el que multiplica vínculos productivos. Y eso solo se logra cuando el valor está atado a cosas que la gente necesita y el territorio sabe producir.

Este modelo no es incompatible con el uso del peso argentino, ni con el comercio internacional tradicional. Simplemente recupera para los territorios el poder de organizar su economía con lógica de bien común y no de rentabilidad financiera. En un mundo donde las monedas digitales privadas, los criptoactivos volátiles y los fondos de inversión manejan billones sin producir nada real, este sistema se presenta como un acto de sensatez, volver al valor que alimenta, que cuida, que educa, que transporta.

Es una pragmática del arraigo, una política pública de sentido común. Que el agua que producimos sirva para algo más que pagar facturas. Que la energía que generamos respalde el desarrollo local. Que el alimento que cultivamos se convierta en crédito para otras actividades. Que el trabajo que hacemos todos los días no se mida solo en función de cuántos dólares entran, sino de cuánto bienestar genera.

Se trata de crear un subsistema territorial autónomo, productivo, solidario y resiliente. La moneda es solo el instrumento. El fondo es la soberanía económica real, la capacidad de decidir qué se produce, cómo se distribuye, a quién beneficia, y con qué reglas se intercambia.

Con un orden global donde los países pobres producen riqueza y los países ricos emiten cadenas de deuda, este tipo de herramienta permite invertir la lógica al usar la riqueza real para generar valor propio, en lugar de buscar valor prestado en monedas ajenas. Santa Fe tiene todo para hacerlo. Rosario también. Lo que hace falta no es más dinero, sino más decisión.


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PROYECTO DE ORDENANZA


"Sistema Municipal de Intercambio Productivo y Certificados de Valor de Rosario"

VISTO:

La necesidad de fortalecer los circuitos económicos locales mediante mecanismos complementarios de intercambio basados en producción y servicios reales gestionados por el Municipio de Rosario, y

CONSIDERANDO:

Que el Municipio posee autonomía administrativa, financiera y funcional conforme al Art. 123 de la Constitución Nacional y a la Ley Orgánica de Municipios de la Provincia de Santa Fe;

Que existen antecedentes constitucionales y jurisprudenciales que permiten la implementación de instrumentos de intercambio no monetarios, complementarios y limitados al ámbito municipal, tales como bonos, certificados de producción y créditos fiscales;

Que la ciudad de Rosario cuenta con bienes y servicios públicos estratégicos que pueden respaldar un sistema de intercambio económico basado en valor real y demanda social, como los servicios de salud, educación, reciclado, transporte y producción alimentaria urbana;

Que la promoción de monedas complementarias con oxidación o vencimiento estimula la circulación, el consumo interno, la inclusión cooperativa y el fortalecimiento del mercado local, reduciendo la fuga de capital;

Que la existencia de Certificados de Producción y pagarés convertibles respaldados en activos municipales promueve el comercio justo, la innovación en políticas públicas y la soberanía económica local;


EL CONCEJO MUNICIPAL DE ROSARIO SANCIONA LA SIGUIENTE ORDENANZA:


CAPÍTULO I – CREACIÓN DEL SISTEMA


ARTÍCULO 1° – Créase en el ámbito del Municipio de Rosario el “Sistema Municipal de Intercambio Productivo” (SMIP), integrado por:

a) Certificados de Producción (CP);

b) La moneda complementaria "Rosario Activo";

c) Pagarés convertibles con respaldo productivo.

ARTÍCULO 2° – El SMIP tendrá como finalidad:

a) Estimular la producción, comercialización y consumo de bienes y servicios locales;

b) Fortalecer las cooperativas, huertas comunitarias, unidades productivas y servicios públicos municipales;

c) Generar mecanismos de pago complementarios al peso argentino, sin reemplazar su curso legal.


CAPÍTULO II – CERTIFICADOS DE PRODUCCIÓN (CP)


ARTÍCULO 3° – Los Certificados de Producción (CP) son instrumentos emitidos por entidades públicas, cooperativas y organizaciones comunitarias que certifiquen la producción de bienes o prestación de servicios realizados en articulación con el Municipio.

ARTÍCULO 4° – Serán considerados CP válidos los emitidos por:

a) Cooperativas de reciclado, por toneladas procesadas;

b) Huertas comunitarias, por kilogramos de alimentos cultivados;

c) Servicios públicos municipales, por prestaciones cuantificadas (pacientes atendidos, alumnos capacitados, etc.);

d) Entidades culturales y educativas reconocidas por el Municipio.

ARTÍCULO 5° – Los CP serán registrados en un sistema digital municipal descentralizado, con equivalencias asignadas en unidades "Rosario Activo".


CAPÍTULO III – MONEDA LOCAL “ROSARIO ACTIVO"


ARTÍCULO 6° – Créase la moneda local complementaria "Rosario Activo", emitida por la Municipalidad de Rosario como medio de intercambio dentro del sistema SMIP.

ARTÍCULO 7° – Características de la moneda "Rosario Activo":

a) No devenga interés;

b) Tiene vencimiento a cinco (5) meses desde su emisión;

c) Sufre una depreciación (oxidación) del 2% mensual luego del segundo mes, salvo en reinversión en servicios públicos o comercios adheridos; una vez cumplidos el periodo de cinco meses comienza su oxidación total;

d) Es intransferible fuera del Municipio y no convertible a moneda nacional.

ARTÍCULO 8° –El respaldo de emisión del Rosario Activo se basará en una Canasta de Bienes y Servicios Municipales compuesta por:

30%: Servicios de salud municipales;

30%: Producción agroalimentaria urbana y reciclado;

20%: Transporte público;

20%: Educación, cultura y oficios.

ARTÍCULO 9° – El Rosario Activo podrá utilizarse para:

a) Pago parcial o total de tasas, contribuciones y servicios municipales;

b) Compra en comercios y mercados adheridos;

c) Remuneración complementaria en programas de empleo municipal;

d) Incentivos a la producción cooperativa y solidaria.


CAPÍTULO IV – PAGARÉS CONVERTIBLES


ARTÍCULO 10° – El Municipio podrá emitir Pagarés Convertibles con respaldo en activos productivos municipales, destinados a intercambio con otras jurisdicciones o entidades internacionales.

ARTÍCULO 11° – Los Pagarés Convertibles deberán especificar:

a) Valor nominal en Rosario Activo o unidad de cuenta equivalente;

b) Activo productivo respaldatorio (m² de energía solar, toneladas recicladas, cursos educativos, etc.);

c) Cláusula de doble conversión (a Rosario Activo y a prestación en especie);

d) Fecha de vencimiento y modalidad de ejecución.

ARTÍCULO 12° – El pago de estos pagarés se hará en servicios equivalentes al valor convenido, no en dinero, salvo acuerdo expreso en convenios específicos.


CAPÍTULO V – AUTORIDAD DE APLICACIÓN Y ACEPTACIÓN


ARTÍCULO 13° – La autoridad de aplicación será la Secretaría de Economía Social en articulación con las Secretarías de Salud, Producción, Cultura y Ambiente.

ARTÍCULO 14° – Créase el Registro Municipal de Emisores de CP y el Padrón de Comercios Adheridos al Rosario Activo.

ARTÍCULO 15° – Los comercios adheridos recibirán bonificaciones de hasta el 50% en tasas municipales y prioridad en contrataciones públicas.


CAPÍTULO VI – DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS


ARTÍCULO 16° – El presente sistema no podrá obligar al comercio privado a aceptar el Rosario Activo ni sustituye a la moneda de curso legal.

ARTÍCULO 17° – Las unidades de Rosario Activo no podrán ser utilizadas para depósitos bancarios ni operaciones especulativas.

ARTÍCULO 18° – El Departamento Ejecutivo deberá enviar al Concejo Municipal un informe semestral sobre:

a) Cantidad de CP emitidos y convertidos;

b) Emisión y circulación de Rosario Activo;

c) Ejecución de pagarés convertibles.

ARTÍCULO 19° – Comuníquese al Departamento Ejecutivo para su promulgación.


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PROYECTO DE LEY PROVINCIAL


"Sistema de Certificados de Valor Productivo de la Provincia de Santa Fe"

VISTO:

La necesidad de fortalecer la economía real santafesina, reducir la dependencia de monedas extranjeras y promover un circuito de intercambio económico basado en la producción y prestación de servicios públicos provinciales, y

CONSIDERANDO:

Que el artículo 121 de la Constitución Nacional garantiza la autonomía de las provincias y el artículo 124 les otorga el dominio originario sobre sus recursos naturales;

Que la Provincia de Santa Fe posee un entramado productivo estatal y cooperativo en energía, agua, agroindustria, salud y educación que permite la emisión de instrumentos de valor respaldados por bienes tangibles;

Que existen antecedentes normativos (Patacones, LECOP, bonos fiscales provinciales) y jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia que avalan la emisión de instrumentos de intercambio no monetarios siempre que no se presenten como moneda de curso legal;

Que la creación de Certificados de Producción, una unidad de cuenta provincial y pagarés convertibles permitirá dinamizar el comercio local, asegurar la inversión en sectores estratégicos y generar nuevas formas de soberanía económica;


LA LEGISLATURA DE LA PROVINCIA DE SANTA FE SANCIONA CON FUERZA DE LEY:


CAPÍTULO I – CREACIÓN DEL SISTEMA


ARTÍCULO 1° – Créase en el ámbito de la Provincia de Santa Fe el “Sistema Provincial de Certificados de Valor Productivo” (SCPVP), conformado por:

a) Certificados de Producción (CP);

b) La Unidad de Intercambio Provincial “Santafe Activo”;

c) Pagarés Convertibles con respaldo en activos públicos.

ARTÍCULO 2° – El SCPVP tendrá por objetivos:

a) Estimular la producción de bienes y servicios bajo gestión pública y cooperativa;

b) Generar instrumentos de intercambio complementarios al peso argentino;

c) Desarrollar un modelo de economía subsidiaria, descentralizada y autosuficiente.


CAPÍTULO II – CERTIFICADOS DE PRODUCCIÓN (CP)


ARTÍCULO 3° – Los Certificados de Producción son documentos emitidos por organismos públicos provinciales, empresas del Estado, cooperativas o consorcios mixtos, que acreditan la generación de bienes o servicios reales, verificables y útiles socialmente.

ARTÍCULO 4° – Serán emisores autorizados de CP:

a) Empresa Provincial de la Energía (EPE), por megavatios generados;

b) Aguas Santafesinas S.A. (ASSA), por m³ de agua potable distribuida;

c) Ministerio de Salud, por servicios prestados en hospitales públicos;

d) Ministerio de Educación y universidades públicas (UNL, UNR), por alumnos formados;

e) Cooperativas agroindustriales con tierras fiscales bajo concesión pública.

ARTÍCULO 5° – Cada CP tendrá valor expresado en "unidades Santafe Activo" equivalentes a la canasta básica provincial respaldada por bienes y servicios bajo control estatal.


CAPÍTULO III – UNIDAD DE INTERCAMBIO "SANTAFE ACTIVO"


ARTÍCULO 6° –Créase la Unidad de Intercambio “Santafe Activo” como instrumento digital de circulación interna, respaldado por la Canasta de Bienes y Servicios Provinciales.

ARTÍCULO 7° – Características:

a) No es moneda de curso legal ni sustituye al peso argentino;

b) Es válida únicamente dentro del territorio provincial;

c) Tiene vencimiento a seis (6) meses y oxidación del 1% mensual tras el tercer mes;

d) Su circulación será digital o mediante tarjetas electrónicas administradas por el Estado.

ARTÍCULO 8° – Respaldo de la unidad “Santafe Activo”:

40%: Energía (EPE) y Agua (ASSA);

30%: Producción agropecuaria estatal;

20%: Salud y educación pública;

10%: Infraestructura vial y portuaria con gestión provincial.

ARTÍCULO 9° – Usos permitidos:

a) Pago parcial de contribuciones provinciales;

b) Pago de salarios complementarios en programas estatales;

c) Compra de bienes y servicios en comercios, cooperativas y ferias adheridas;

d) Inversión en obras públicas con participación ciudadana.


CAPÍTULO IV – PAGARÉS CONVERTIBLES


ARTÍCULO 10° – El Estado Provincial podrá emitir pagarés convertibles respaldados por activos productivos públicos, para operaciones de intercambio extraterritorial o convenios internacionales.

ARTÍCULO 11° – Los pagarés deberán incluir:

a) Valor nominal en unidades “Santa fe Activo”;

b) Activo respaldatorio (hectáreas cultivadas, energía limpia, formación universitaria, etc.);

c) Cláusula de doble conversión (valor contable y valor en especie);

d) Condiciones de ejecución y vencimiento;

ARTÍCULO 12° – El pago podrá ejecutarse como prestación en servicios reales equivalentes (por ejemplo, formación técnica, créditos energéticos, toneladas de alimentos).


CAPÍTULO V – AUTORIDAD DE APLICACIÓN


ARTÍCULO 13° – La Autoridad de Aplicación será la Agencia Provincial de Economía Productiva (a crearse o adaptar) en conjunto con los ministerios de Producción, Economía, Educación, Energía, Infraestructura y Salud.

ARTÍCULO 14° – Esta agencia deberá:

a) Controlar la emisión de CP y unidades “Santafe Activo”;

b) Auditar las condiciones de respaldo;

c) Supervisar los contratos de pagarés convertibles;

d) Coordinar el sistema digital de registro y validación de operaciones.


CAPÍTULO VI – DISPOSICIONES GENERALES


ARTÍCULO 15° – El sistema tendrá carácter voluntario y no obligatorio para personas o empresas fuera de los acuerdos específicos con el Estado.

ARTÍCULO 16° – Las unidades emitidas no podrán ser objeto de especulación financiera ni convertidas a moneda extranjera.

ARTÍCULO 17° – La Ley será reglamentada en un plazo de 90 días con participación de actores sociales, universidades y sectores cooperativos.

ARTÍCULO 18° – Comuníquese al Poder Ejecutivo Provincial. Regístrese, publíquese y archívese.


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ANEXOS TÉCNICOS DEL SISTEMA MONETARIO ALTERNATIVO DE SANTA FE Y ROSARIO



1. MODELO DE CERTIFICADO DE PRODUCCIÓN (CP)


 Formato Básico del Certificado


Nombre del Emisor:Cooperativa / Empresa estatal / Área pública

Fecha de emisión: dd/mm/aaaa

Cantidad producida: (en unidades físicas)

Unidad de conversión: 1 Rosario Activo = X kg / MWh / pacientes

Valor total: XX Rosario Activo o Santafe Activos

Firma electrónica: Emisor autorizado

Código QR: Para validación y trazabilidad

N° de registro: Asignado por el sistema digital municipal/provincial


Ejemplos Prácticos


Recicladores Urbanos de Rosario:

  Emisión de CP por 100 toneladas de cartón recuperado = 2.000 Rosario Activo

EPE Santa Fe:

  CP por 10.000 MWh generados por planta fotovoltaica pública = 5.000 Santafe Activa

Hospital Provincial de Rosario:

  CP por 4.000 pacientes atendidos en pediatría = 4.000 Rosario Activo


Los CP son el fondo de garantía de emisión de los Activos . No tienen oxidación pero si vencimiento. Cumplido su ciclo se destruye. Con la próxima emisión del CP, auditoría mediante, se calcula la diferencia con su anterior. Si hay sobrante o ganancia se convierte a Activos Productivo a favor, sino debe reponer el faltante también en AP de su empresa. 


2. SISTEMA DE OXIDACIÓN Y VENCIMIENTO


Aplicación: Solo a las unidades Rosario Activo y Santafe Activo (no a los CP en sí).

Objetivo: Incentivar circulación rápida y evitar acumulación especulativa.


Reglas de Oxidación


Vencimiento total: 5 meses desde su emisión.

Oxidación mensual: 2% a partir del 3° mes (acumulativa).


Ejemplo:

Mes 1 y 2: sin oxidación

Mes 3: pierde 2%

Mes 4: pierde 4% del original

 Mes 5: pierde 6% del original

Excepción: Si se reinvierte en servicios públicos, cooperativas o mercados adheridos, el usuario puede revalidar su valor total hasta su vencimiento dónde recién comienza el proceso de oxidación por tres meses.


3. SIMULACIÓN DE CIRCULACIÓN Y FLUJO MENSUAL


Ejemplo Rosario (emisión inicial: 100.000 Rosario Activo)


Mes 1:

20.000 RA usados para pagar contribuciones municipales

30.000 RA circulan en ferias barriales, cooperativas y farmacias

50.000 RA retenidos o ahorrados


Mes 3 (inicio de oxidación):


50.000 RA ahorrados pierden 2% → 49.000 RA

El total circulante se eleva a 80.000 RA por estímulo al gasto

Nuevos CP generados por reciclaje y salud en el sexto mes reinyectan 25.000 RA


Resultado: Circulación constante, inversión en servicios, menor fuga.


4. MODELO DE PAGARÉ CONVERTIBLE


Contrato tipo:


Emitente: Municipalidad de Rosario / Provincia de Santa Fe

Beneficiario: ONG / gobierno extranjero / empresa

Monto nominal: 10.000 Rosario Activo o equivalente

Respaldo productivo: 50 toneladas de compost certificado + 1 curso de capacitación en agricultura urbana

Fecha de vencimiento: dd/mm/aaaa

Cláusula de conversión:

Opción A: Redención en servicios/productos equivalentes

Opción B: Conversión a créditos fiscales internos

Opción C: Transferencia a tercero (sujeta a aceptación estatal)


Este mecanismo sirve para acuerdos con ONGs, redes de trueque internacionales, programas de carbono neutral, etc.


5. PLATAFORMA TECNOLÓGICA DE GESTIÓN


Opciones de Implementación


A. App móvil y Web oficial (gestión estatal):

Registro de usuarios, CP y monedas

Validación QR

Cuentas personales y comerciales


B. Blockchain híbrida (opcional):

Trazabilidad, antifalsificación, transparencia

No especulativa: sin cotización externa ni tokens privatizables


C. Integración con tarjetas inteligentes / QR impreso


Para zonas rurales o de baja conectividad


D. Panel de Auditoría Pública


Seguimiento ciudadano de emisión y respaldo


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Producimos Valor. Intercambiamos Futuro. Rosario y Santa Fe Pueden.


En momentos donde la inflación, la especulación y la dependencia del dólar nos ahogan, Rosario y la provincia de Santa Fe tienen lo necesario para hacer algo distinto. Algo concreto, real, nuestro.

Tenemos producción. Tenemos energía. Tenemos salud, educación, alimentos. ¿Y si todo eso sirviera como base para construir una economía que funcione para la gente, no para los especuladores?

Eso es lo que propone este sistema: una forma de intercambiar valor respaldada en lo que producimos y brindamos todos los días, sin depender de bancos privados ni de capitales que se fugan.


¿Qué Es Esta Nueva Economía Local?


Se basa en tres herramientas simples, pero poderosas:


1. Certificados de Producción (CP)


Son comprobantes emitidos por hospitales, cooperativas, huertas comunitarias, empresas públicas o escuelas. Cada uno representa un trabajo hecho: un paciente atendido, un kilo de verdura, un m³ de agua potable, una tonelada reciclada.

Ejemplo: Una cooperativa de reciclado procesa 200 toneladas de cartón. Emite un CP y con eso puede pagar tasas, acceder a mercados locales o intercambiar con otras cooperativas.


2. Rosario Activo / Santafe Activo


Es una moneda local sin interés y con vencimiento. Solo sirve para moverse dentro de la ciudad o provincia. No se puede acumular ni fugar. Está respaldada por servicios reales: salud, energía, transporte, cultura, alimentos.

Ejemplo: Con 100 “Rosario Activo” podés pagar parte de tus contribuciones municipales, comprar verduras de las huertas urbanas o productos reciclados de la economía circular.

Además, si la guardás mucho tiempo, pierde valor (se oxida). ¿Por qué? Porque su función no es especular, sino circular. Mover la economía real.


3. Pagarés Convertibles


Sirven para comerciar con otros municipios, ONGs o redes internacionales. En vez de pagar en dólares, bitcoins o esperar subsidios, Rosario puede ofrecer valor propio: servicios educativos, energía renovable, producción local.

Ejemplo: Una fundación europea invierte en Rosario y recibe, a cambio, cursos de agroecología urbana o créditos de energía solar de un parque municipal.


¿Qué lo Respalda?


No lo respalda el dólar. No lo respalda una promesa vacía. Lo respalda lo que ya funciona:

La EPE y su electricidad provincial.

ASSA y el agua potable.

Los hospitales públicos.

Las universidades y escuelas.

Las huertas, cooperativas, mercados.

El transporte urbano, las rutas, los puertos.

Las manos de quienes producen y cuidan.


¿Quién Puede Usarlo?


Cooperativas y ferias populares

Productores locales y pymes

Empleados municipales

Comercios adheridos

Escuelas, clubes, centros culturales

Vecinos que quieran intercambiar en serio


¿Qué Beneficios Trae?


Menos dependencia de divisas

Más consumo local

Menos fuga, más inversión

Más poder para la economía real

Circuitos solidarios, no especulativos

Herramientas para defender lo nuestro


 ¿Es Legal?


Sí. Las provincias y municipios pueden gestionar sus recursos y crear instrumentos de valor mientras no sustituyan al peso argentino. Hay antecedentes: Patacones, bonos fiscales, créditos locales. Pero esta vez con una vuelta de tuerca: respaldo productivo real, moneda ciudadana, circulación local y reglas claras.


¿Cómo Empieza?


Con voluntad política y decisión comunitaria.

Con un plan piloto en Rosario: zona de huertas urbanas + centros de salud + comercios adheridos.

Con una ley provincial que reconozca los CP y cree el “Santafe Activo” como unidad de intercambio.

Y sobre todo, con vos.

Porque la Economía No es lo que Pasa en Wall Street.

Es lo que producís, lo que comés, lo que enseñás, lo que cuidás, lo que transportás.

Una economía para vivir, no para sobrevivir.

Rosario puede. Santa Fe puede. Lo que vale, lo producimos nosotros.

Hagamos circular el valor real.

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